Si tienes el pelo rizado lo quieres liso y lo de las quejas

 

Es un clásico.

 

Si eres más delgada es probable que quieras algún kilo de más.

 

Y si crees que tienes algún kilo de más quizás entres en lucha contigo misma y con tu cuerpo.

 

Me atrevería a decir que esto de la queja ya le pasaba a los egipcios, griegos y romanos.

 

Pero el…

mal de muchos, consuelo de tontos nos lo vamos a ahorrar.

 

Que para eso se está gestando El club de las F*cking Diosas, para que vivas tu f*cking life al nivel más alto que puedas.

 

 

A mí esto de quejarme también me pasa.

 

Y, como siempre digo, creo que el truqui (en la vida) está en qué haces con lo que te pasa.

 

 

¿Qué haces con las quejas?
Sueltas sapos y culebras por la boca, llamas a una amiga y criticas a alguien, te cagas en todo lo que se menea…

 

Bien, eso te desahoga.

 

Si tú fueras un globo al hacer lo de arriba te deshincharías.

 

Y eso haría que te quedases a gustito.

 

 

 

¿Solucionaría algo realmente?

No.
Pero te quedarías a gustito.

 

A veces, muy pocas, me quejo de mojarme con la leche de mis pechos con la lactancia.

 

Aviso: no quiero consejos. Gracias, de corazón.

 

Muchas veces me mojo cuando no me pongo disco.

 

 

Y hay una cosa curiosa en todo esto, cuando estaba en el hospital recién dada a luz y tuve que dejar de dar el pecho una semana lloré por no poder hacerlo.

 

Lo hacía Marta por mí, con mi leche, pero no mi pecho.
Porque después de la cesárea, ¿esto también?

 

Momento hormonas, drama queen

 

Así que ahora me regaño.

 

Sí sí, como lo lees.

 

No tengo miedo a hacerlo porque sé cómo lo hago y en qué términos.
Y me corrijo al momento.

 

Entonces vuelvo a agradecer lo que mis pechos pueden hacer.
La suerte que tengo de vivr esto.

 

Muchas veces cuando entrenamos las quejas o agradecimientos empezamos a hacerlo por cosas que son maravillosas pero que nos corto ircuitan.

Empezamos a entrenar los agradecimientos y de repente damos gracias por el interruptor que nos da luz.

El cerebro se queda en plan ¿Pero qué me estás contando?

 

Y el ejercicio de los agradecimientos dura una semana.

 

Todas sabemos agradecer o no quejarnos pero, ¿sabemos hacerlo perdurable en el tiempo?

 

 

He aquí la cuestión.

 

 

PD. Obviamente todo esto tiene que ver con conocerse a una en profundidad y para eso está la lista de espera de El club de las F*cking Diosas.

 

 

Abrazos gigantones 🦖

Sara Martín

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