Pensé que, al final, escribiría esto en el año 2068 pero no, ya está aquí. En la newsletter del martes, cuando cliques en El club de las F*cking Diosas verás lo p*to top que va a ser. ———————————————————————— La primera y, probablemente, única aclaración: no hablamos de una persona asiática y sí de una piedra.
Dicho esto, al lío.
Cuando bajo a mis perros al bosquecito urbano con calcetines tobilleros siempre me pasa lo mismo, se me mete medio bosque en los pies. Es inevitable.
Y yo, por no descalzarme, me resisto a quitarme todo el acumulado de mini piedrecitas que se van clavando hasta que hay alguna más grande que me jode de verdad.
Así funcionamos en la vida.
Acumulando piedras simbólicas resistiéndonos a soltarlas.
Por ejemplo, qué nos resistimos a soltar:
Nos da miedo soltar nuestras historias aunque sepamos que hay que soltarlas, aunque sintamos que queremos soltarlas.
¿Por qué?
Porque si suelto mis historias, si doy paso a que mis dramas se vayan, entonces ¿quién soy ahora?
Hay una frase con más verdad que la grandeza del Taj Mahal: aquello a lo que te resistes, persiste. Nos aterra tanto el dolor y la pérdida que preferimos -incosncientemente- seguir atadas a esas historias.
Aunque nuestro yo sea diminuto y limitado.
Aunque sigamos repitiendo los mismo de siempre.
Familiaridad no implica seguridad.
Podemos trascender nuestro sufrimiento si soltamos el instinto de aferrarnos.
Y esto lo puedes hacer a través de El club de las F*cking Diosas, cómo no.
La información sí es poder cuando se acciona. No es lo mismo saber cuál es tu creencia-sombra central que no saberlo. O qué tipo de apego es con el que te vinculas.
O si hay varios dependiendo de los vínculos.
Para empezar a aceptar tu grandeza accede a la lista de espera de El club de las F*cking Diosas en el próximo mail.
Abrazos apretaos, de los que se aferran lo justo y sueltan 🦖 Sara Martín |